Tuesday, June 18, 2013

Menorca: otra España era (es?) posible (1)

 
La congoja, al igual que la envidia, suele nacer de la comparación. Y sentí ambas cosas el pasado fin de semana, cuando boquiabierto visitaba la isla de Menorca.
 
Sus numerosas playas vírgenes y/o "no cementadas", su ordenado urbanismo, su controlado desarrollo turístico, el respeto a la tradición y a la naturaleza, constituyen una denuncia sangrante de la violación sistemática y desenfrenada de nuestro patrimonio cultural y paisajístico, al que nos lanzamos con alegre frenesí el resto de los españoles.
 
Menorca es la muestra evidente de que la mera voluntad política podría haber orientado, sin que ello sea incompatible con el desarrollo económico, la configuración de nuestro modelo productivo (incluido el turístico y el urbanístico) hacia otros derroteros. Lo que nos ha pasado no era inevitable. Lo que hemos hecho con nuestra costa, con nuestras ciudades, con nuestro campo, es consecuencia de nuestra libertad. Nos hemos cargado nuestro país porque a todos (por acción o por omisión) nos ha dado la gana.
 
Desconozco los intríngulis de la economía menorquina, que probablemente adolezca de defectos y fallas más o menos graves. Pero veo su paisaje y, además de envidia, me entra una profunda tristeza, por constatar lo que podríamos tener ahora mismo en el resto de España y, de forma irremediable, hemos perdido para siempre.
 
 










 





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